jueves, 25 de septiembre de 2014

Un nuevo rumbo

Había durado mucho. Quizá demasiado. El club donde hasta ahora habíamos pertenecido es historia. Intuíamos que importábamos poco, pero bastó una reunión relámpago tras el enésimo problema con los cambios de horarios y ausencia de campo, para que el director deportivo sacase la patita y mostrase su carácter chulesco y prepotente. Mientras tanto, el presidente, que lo único que le mueve son los billetes y aparentar, no sólo no movía un dedo sino que apoyaba la falta de respeto con la que nos trató su vasallo. Es la gota que hacía rebosar el vaso, motivo más que suficiente para separar nuestros caminos. Cómo me alegro no haberme sentido identificado con una institución hueca y vacía, donde formar niños jamás ha sido un objetivo. Hasta nunca.


No todos compartirán lo que arriba expreso, ni que decir tiene que están en su perfecto derecho de pensar lo que quieran y actuar en consecuencia. A partir de ahora se abre una nueva ventana, No todos nos iremos, cada uno decidirá lo que crea mejor para su hijo, no intento convencer a nadie de nada. ¿Dónde irá el mío? Creo que es lo de menos. Particularmente me da igual si juega fútbol once o siete, federado o en la liga municipal. Si está con la mayoría de sus amigos mejor que mejor, pero lo importante es que esté en un lugar donde no todo sea recaudar dinero y sí preocuparse en tratar con dignidad a los chavales. Ya lo decía Fernando Alfaro en una canción, ´lo mejor de nuestra (su) vida aún está por ocurrir´. 

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